Hablar de Sexo, mitos y temores que aún nos perturban

Algunas abuelas hablan del sexo como lo necesario para traer una nueva criatura al mundo o el método para que su esposo esté contento. Desde pequeños se nos enseñó que el cuerpo es un templo, que no se toca hasta el matrimonio, que se debe lavar rápidamente, que no se muestra, que ni tú puedes saber que hay ahí abajo, que las mujeres llegan a la vida a traer más vida y deben atender a su esposo, que el placer es un “pecado”, que no está bien visto hablar de planificación o la tildan de prostituta, que si usted da papaya vistiendo provocadora la violan y ni se le ocurra decir que tiene otras preferencias sexuales porque si eres hombre te mandan al ejército y si eres mujer te casan (aún en pleno siglo XXI hay quienes optan por “tratar la homosexualidad” y no por aceptar y respetar).

Entonces ¿dónde carajos está nuestro derecho al placer?, ¿hasta cuándo nuestro templo debe esperar para ser alabado?, si no quiero tener una familia ¿no puedo tener relaciones sexuales?, si no me exploro ¿cómo logro saber qué me gusta?...

Tener una sexualidad sana es poder hablar de ésta sin vergüenza, explorar nuestro cuerpo, buscar el placer conjunto y disfrutar del sexo sin ningún tabú.

Hay que derribar mitos como que es una ninfómana o vagabunda si es ella quien busca placer, que si no duele no es placentero, (si duele puede ser un problema, ¡PARE!, es mejor cuando los dos lo disfrutan, se puede terminar de otras formas). Chicas no los esperen, creen ustedes el momento, la iniciativa la pueden tomar ambos. Las ayudas sexuales no son solo cuando uno de los dos no quiere o puede, un buen lubricante hace el encuentro mucho más agradable, quizás una pastillita para durar mucho más, un juguete para disfrutar los dos o una lencería los sacará de la rutina.

Para poder tener una verdadera sexualidad hay que dejar la pena. Sí, la pena de hablar de sexo, la pena que toda mujer sufre por su cuerpo (TODAS tienen lo suyo, si se dan cuenta de eso podrán explotarles la cabeza y tener el mejor sexo), que no nos de pena negociar en la cama, si sé y digo qué quiero y qué no, es más fácil que esperar a que lo descubran (atrévete a cosas nuevas, lo peor que puede pasar es que te gusten), y que nunca nos dé pena de lo que digan de nuestra sexualidad, muchas persona no quieren que disfrutamos algo tan natural, placentero y necesario como dormir, comer e ir al baño.

¡Así que disfruten solos o acompañados, pero disfruten!

Cuéntanos ¿qué otro mito te perturba?

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